Nos hemos acostumbrado a cocinar para dos o más personas, hoy enSabor Gourmet preparemos lasaña para sólo una persona.
Hacía ya mucho tiempo que no me paraba a preparar una lasaña y hoy me apetecía probar un bocado de este suculento plato.
Hacía ya mucho tiempo que no me paraba a preparar una lasaña y hoy me apetecía probar un bocado de este suculento plato.
Ingredientes:
2 filetes de pechuga de pollo
Medio Pimiento verde
Media cebolla
Un diente pequeño de ajo
Un chorrito de vino blanco
Una pizca de sal y pimienta
Un tomate maduro
Tres placas de lasaña
Aceite
Para la bechamel
Una cucharada de harina bien colmada
Una cucharada de mantequilla (o margarina)
Un vaso de leche (aproximadamente)
Una pizca de sal
Nuez moscada
Para la presentación:
Queso parmesano en polvo o queso rayado al gusto
Preparación
(1) Lo primero que tenemos que ver es qué tipo de placas de lasaña tenemos para ver qué preparación necesitan. En mi caso sólo tenía que tenerlas 15 minutos en agua caliente.
(2) Para el relleno, empezamos con la cebolla que la picamos en trozos muy pequeños. A continuación, calentamos en una sartén un chorro de aceite y una vez esté listo, añadimos la cebolla echando sobre ella un poco de sal.
Dejamos que se vaya pochando poco a poco y cuando esté lista, añadiremos el pimiento previamente picado en tiras finas y pequeñas.
Dejamos que se haga removiendo de manera alternativa sin dejar que se consuma totalmente el aceite.
Mientras tanto, cortas en pequeños trozos los filetes de pechuga de pollo y cuando esté casi hecho el pimiento, los añades a la sartén.
A continuación, salpimientas el pollo y preparas la cacerola o sartén donde vayas a hacer la bechamel.
Cuando esté dorado el pollo añades el vino blanco y dejas que se consuma.
(3) Mientras tanto, nos centramos en la bechamel. En el recipiente escogido añadimos una cucharada de mantequilla y dejamos que se derrita completamente, para añadirle la cucharada de harina.
Dejamos que se mezcle perfectamente, removiéndolo sin parar, y que vaya cogiendo color dorado.
Una vez que todo se ha unificado, añadimos la leche poco a poco para ir deshaciendo los grumos y removemos persistentemente.
Cuando la leche se consume, es el momento de añadir una poca más y espolvorear la sal por encima. Continuamos removiendo.
Cuando ya hemos trabajado lo suficiente la bechamel, alrededor de 7 minutos, la probamos para saber si su sabor ha variado (sabe más a leche, harina, necesita sal…).
Si cuando remueves ves que siguen quedando grumos, puedes utilizar la batidora para deshacerlos o por el contrario, seguir removiendo hasta que lo consigas.
Cuanto más trabajes la bechamel mejor será su sabor.
Para una lasaña es mejor una bechamel que no quede absolutamente líquida ya que caerá por los bordes, también dependerá de los gustos, como comprobaréis a mí me gusta con mucha bechamel.
(3) Para montar la lasaña, en el recipiente echas un poco de bechamel y colocas sobre ella la placa.
Encima de la placa, con una cucharilla vas colocando encima un poco del relleno y lo cubres con bechamel.
Otra vez volvemos a hacer la misma operación, poniendo una placa, relleno y bechamel.
Ésta es la última operación, pones la última placa y lo cubres con bechamel. A su vez le echas por encima un poco de queso y a gratinar.
Lo dejas hasta que el queso vaya adquiriendo un tono dorado y listo para comer.
Medio Pimiento verde
Media cebolla
Un diente pequeño de ajo
Un chorrito de vino blanco
Una pizca de sal y pimienta
Un tomate maduro
Tres placas de lasaña
Aceite
Para la bechamel
Una cucharada de harina bien colmada
Una cucharada de mantequilla (o margarina)
Un vaso de leche (aproximadamente)
Una pizca de sal
Nuez moscada
Para la presentación:
Queso parmesano en polvo o queso rayado al gusto
Preparación
(1) Lo primero que tenemos que ver es qué tipo de placas de lasaña tenemos para ver qué preparación necesitan. En mi caso sólo tenía que tenerlas 15 minutos en agua caliente.
(2) Para el relleno, empezamos con la cebolla que la picamos en trozos muy pequeños. A continuación, calentamos en una sartén un chorro de aceite y una vez esté listo, añadimos la cebolla echando sobre ella un poco de sal.
Dejamos que se vaya pochando poco a poco y cuando esté lista, añadiremos el pimiento previamente picado en tiras finas y pequeñas.
Dejamos que se haga removiendo de manera alternativa sin dejar que se consuma totalmente el aceite.
Mientras tanto, cortas en pequeños trozos los filetes de pechuga de pollo y cuando esté casi hecho el pimiento, los añades a la sartén.
A continuación, salpimientas el pollo y preparas la cacerola o sartén donde vayas a hacer la bechamel.
Cuando esté dorado el pollo añades el vino blanco y dejas que se consuma.
(3) Mientras tanto, nos centramos en la bechamel. En el recipiente escogido añadimos una cucharada de mantequilla y dejamos que se derrita completamente, para añadirle la cucharada de harina.
Dejamos que se mezcle perfectamente, removiéndolo sin parar, y que vaya cogiendo color dorado.
Una vez que todo se ha unificado, añadimos la leche poco a poco para ir deshaciendo los grumos y removemos persistentemente.
Cuando la leche se consume, es el momento de añadir una poca más y espolvorear la sal por encima. Continuamos removiendo.
Cuando ya hemos trabajado lo suficiente la bechamel, alrededor de 7 minutos, la probamos para saber si su sabor ha variado (sabe más a leche, harina, necesita sal…).
Si cuando remueves ves que siguen quedando grumos, puedes utilizar la batidora para deshacerlos o por el contrario, seguir removiendo hasta que lo consigas.
Cuanto más trabajes la bechamel mejor será su sabor.
Para una lasaña es mejor una bechamel que no quede absolutamente líquida ya que caerá por los bordes, también dependerá de los gustos, como comprobaréis a mí me gusta con mucha bechamel.
(3) Para montar la lasaña, en el recipiente echas un poco de bechamel y colocas sobre ella la placa.
Encima de la placa, con una cucharilla vas colocando encima un poco del relleno y lo cubres con bechamel.
Otra vez volvemos a hacer la misma operación, poniendo una placa, relleno y bechamel.
Ésta es la última operación, pones la última placa y lo cubres con bechamel. A su vez le echas por encima un poco de queso y a gratinar.
Lo dejas hasta que el queso vaya adquiriendo un tono dorado y listo para comer.
¡Que aproveche!
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